domingo, 19 de abril de 2009

La crisis mina la paz social de Marruecos


El país necesita 200.000 nuevos empleos al año para colocar a los jóvenes

En el centro de Khouribga, una ciudad situada 140 kilómetros al este de Casablanca, hay ya esta primavera casi tantos coches con matrículas italianas como en pleno verano. Son inmigrantes marroquíes en paro o sometidos en Italia a expedientes temporales de regulación de empleo que han aprovechado estas vacaciones forzosas para visitar a sus familiares en la región de donde emigraron. Marruecos importa así la crisis.


Marruecos pensó durante un tiempo que iba a ser inmune al trance por el que pasa Occidente. Éste empezó por las finanzas, pero su sistema bancario está tan escasamente imbricado en la economía internacional que apenas ha resultado afectado. "La caída del precio del petróleo y las abundantes lluvias levantaron incluso los ánimos del Gobierno y de parte de la población", señala Mehdi Lahlou, profesor de Economía en el Instituto Nacional de Estadística de Rabat.

La producción agrícola depende de la pluviometría, y si ésta es copiosa repercute sobre el conjunto del PIB. Las lluvias y las reformas económicas explican, en buena medida, la etapa de bonanza que Marruecos atravesó desde principios de esta década. El crecimiento medio del PIB no agrícola fue del 4,6%. Se creó empleo y se redujo el paro urbano al 9,6%, aunque la estadística no es del todo fiable.

Para este año, el ministro de Finanzas, Salaheddin Mezouar, mantiene aún su previsión del 5,8% de crecimiento, pero las estimaciones independientes, como la del Economist Intelligence Unit, apenas la sitúan por encima del 2%. Con un porcentaje tan bajo, Marruecos no creará los casi 200.000 empleos urbanos que necesita para colocar a los jóvenes que cada año se incorporan al mercado de trabajo.

"La reducción de las remesas, la caída de las exportaciones de fosfatos, textiles y repuestos de automóviles, la contracción del turismo, etcétera, significan que la crisis ya nos atañe", asegura Lahlou. En los dos primeros meses del año, las exportaciones han disminuido en un 32%.

El desglose de esas cifras es aún más llamativo. El año pasado se destruyeron 48.000 empleos en el sector textil regulado, a los que hay que añadir varios miles en el informal. En enero y febrero, las remesas, de las que viven tantas familias, cayeron un 15%, y esta fuente de ingresos representa casi el 10% del PIB. El peso del turismo en la economía es algo superior, y la ocupación hotelera disminuyó un 30%. El valor de las ventas de fosfatos, principal producto de exportación, se redujo un 61%.

Marruecos ha sido hasta ahora el principal destino de la inversión extranjera en el norte de África, si se exceptúa el sector de los hidrocarburos, pero uno tras otro muchos de los grandes proyectos se aplazan o se cancelan. Nissan ha renunciado a su fábrica de Tánger, mientras que su socio, Renault, duda si seguirá adelante. Maersk, el gigante danés de los contenedores, desiste de operar en Tánger Med II, comprometiendo así la viabilidad de la ampliación del puerto que aspira a competir con Algeciras.

La única noticia halagüeña en medio de esta cascada de datos adversos ha sido el descubrimiento, a finales de marzo, por la petrolera española Repsol de dos yacimientos de gas en aguas del Atlántico, unos 40 kilómetros al oeste de Larache.

Para hacer frente a la crisis, el rey Mohamed VI acudió a mediados de febrero en Fez al lanzamiento de un primer programa de ayuda a la industria que movilizará 1.140 millones de euros, un 1% del PIB. El banco central rebajó además en marzo el tipo de interés al 3,25% (la inflación fue del 3,9% en 2008). Probablemente serán necesarias más medidas para atenuar el impacto.

En el Marruecos de Mohamed VI ha habido pequeñas explosiones sociales localizadas y espontáneas, las más recientes en Ifni y Sefrou, y hay una agitación crónica por parte de algunos colectivos, como los licenciados en paro, que se manifiestan casi a diario. Doscientos jóvenes desempleados tomaron incluso en febrero la sede en Rabat del Istiqlal, el partido del primer ministro, Abas el Fassi.

Pero esta efervescencia no guarda ninguna relación con los violentos estallidos que salpicaron la era de Hassan II y que se saldaron, a veces, con decenas de muertos causados por la represión policial. La emigración de muchos jóvenes y el crecimiento sostenido explican, en buena medida, la desaparición de esos brotes.

"Ahora, lo que se está ya disparando es la criminalidad", afirma Mehdi Lahlou. "El impacto de la crisis nos golpeará con fuerza con el Ramadán [mes de ayuno musulmán] y la vuelta al cole" a finales del verano, vaticina. "Será un momento complicado socialmente", advierte.

Será la primera gran prueba social del reinado de Mohamed VI, que en julio cumplirá una década en el trono.


Cambio de ciclo económico en el Magreb

- Crecimiento. Marruecos creció el 6,5% en 2008, y aunque el Gobierno mantiene sus previsiones del 5,8% para 2009, el Economist Intelligence Unit lo reduce al 2,3%. Argelia verá reducida la expansión de su PIB del 3% en 2008 al 2,5% en 2009.

- Paro. El 9,6 % en Marruecos. En 2008 se destruyeron casi 50.000 empleos en el sector textil. En Argelia, es del 11,3% y afecta sobre todo a los menores de 35, que representan el 88% de los parados.

- Remesas. En 2008, las remesas enviadas por los marroquíes en el extranjero, principal fuente de ingresos, se redujeron un 2,4%. En los dos primeros meses de 2009 han caído un 15%.

- Corrupción. Marruecos se sitúa en el puesto 80º de 180 países. Argelia, en el 92º, según Transparencia Internacional.

- Índice de desarrollo humano: Marruecos ocupa el puesto 127º de 179 países, y Argelia, el 100º, en este medidor, que toma en cuenta la sanidad y la educación.

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